Palabras de regalo...

Estas líneas las recibí de un gran amigo, y merecen en todo sentido ser parte de este blog...espero que las lean y las disfruten.

Nuestra época está marcada por un estado de tensión constante. La sociedad moderna se transforma vertiginosamente a una velocidad cada vez más creciente. El cambio y la incertidumbre son motivo de estrés. Incluso los niños se ven en la necesidad de competir por sus calificaciones escolares ante las crecientes exigencias sociales. Mientras tanto, se van debilitando lazos importantes, a pesar de que las relaciones personales son un factor crucial para la estabilidad del ser humano.En cierta oportunidad, un psicólogo de los Estados Unidos elaboró una lista de los acontecimientos de la vida que provocan mayor estrés. El primer lugar estaba ocupado por la pérdida de la pareja; luego, seguían el divorcio, la separación y el arresto. Según el estudio, curiosamente, hasta los sucesos dichosos pueden causar tensión, puesto que el matrimonio figuraba en el séptimo puesto, antecedido por las heridas y la enfermedad, y seguido del desempleo. El estrés, además, induce la aparición de enfermedades. Se lo ha relacionado con dolencias como la dermatosis, las alergias, el asma, las úlceras y el cáncer, lo cual confirma que la mente y el cuerpo están íntimamente conectados. La tensión reduce la resistencia inmunológica de nuestro organismo y nos hace vulnerables a diversas afecciones. A su vez, comer o beber en exceso, en un afán de resarcir dicho estado anímico, puede ser tan dañino como el mismo estrés. Por otra parte, cualidades positivas como el sentido de responsabilidad o el perfeccionismo también incrementan el estrés. Estar pendiente de la mirada de los otros es una causa innecesaria de tensión y de inseguridad.Lo importante es no compararse con los demás y ser fiel a uno mismo. Cada uno es protagonista de su propia historia. Por eso, la mejor manera de llevar adelante una vida positiva es tomar nuestras propias decisiones, responsabilizarse por ellas y permanecer fieles a nuestros principios, tal como somos. Se ha comprobado que quienes se cohíben o tienen dificultades para expresar sus opiniones o sentimientos suelen ser más vulnerables al estrés.Más que el ajetreo de la vida moderna, la inseguridad y la ansiedad son los factores que menoscaban en mayor grado la salud física y mental. Dicen que las máquinas no se dañan por el uso continuo, sino por la fricción constante. Indudablemente, la preocupación y el estrés son factores que ejercen "fricción"en la existencia de una persona.Hace algunos años, conocí al doctor Anthony Marsella, psicólogo y académico de la Universidad de Hawai. Para combatir el estrés, el doctor Marsella sugería lo siguiente: regular el ritmo de vida diario, mantener un pensamiento positivo y constructivo, no posponer lo que requiera atención inmediata, hacer tiempo para orar, meditar o reflexionar, alimentarse con una dieta balanceada, hacer ejercicio de manera regular, dormir adecuadamente y mantener la comunicación con otras personas.Una vez leí sobre un pueblo estadounidense llamado Roseto, situado en Pensilvania, que ostentaba una tasa considerablemente baja de muertes por enfermedades cardíacas, que, por lo general, suelen relacionarse con el estrés. En la localidad, fundada por inmigrantes italianos, había un gran porcentaje de habitantes que comía en exceso; su dieta incluía grandes cantidades de grasa y carnes, y muchos de ellos eran fumadores. Los especialistas trataron de averiguar la razón de su buena salud. Pronto descubrieron que el pueblo era como una gran familia unida, en la que todos se preocupaban recíprocamente por el bienestar del otro y disfrutaban de buenas relaciones de intercambio entre vecinos.Desafortunadamente, con el paso del tiempo, los sólidos lazos entre los integrantes de la comunidad de Roseto se fueron rompiendo. Como resultado, debido a que los hábitos alimenticios siguieron siendo los mismos, la tasa de enfermedades cardíacas comenzó a subir gradualmente, hasta alcanzar el promedio del resto de los Estados Unidos.Tener un buen amigo, alguien a quien acudir para recibir un consejo, con quien hablar confiadamente sobre cualquier tema, nos permite conservar el equilibrio y sentirnos bien. El buen humor y la risa constituyen otro elemento importante para aliviar la tensión.Remedios simples, como dormir, alimentarse bien, bañarse o hacer ejercicios ligeros también ayudan mucho. El secreto es aprovechar nuestro tiempo con sabiduría y permitirnos un refrescante cambio de ritmo de vez en cuando. Todos deberíamos procurarnos cada día un tiempo para descansar, ya sea escuchando música o caminando al aire libre, aunque sea por diez o quince minutos.Al encontrarnos ante una situación agobiante, es natural que nos sintamos las personas más miserables y desdichadas del planeta. Cuando se experimenta una fuerte tensión y ansiedad, es fácil devanear en cavilaciones o que surja el deseo de aislarse. En una circunstancia como esa, un médico recomienda como tratamiento realizar sesiones en grupo entre personas que estén confrontando la misma situación; de esa manera, todos pueden emplear su energía en buscar el modo de ayudarse mutuamente. Al parecer, este tipo de terapia grupal ha sido exitoso.Cuando salimos de nuestro aislamiento y nos ponemos en acción para bien de los demás, hacemos que brote de nuestro interior un enorme caudal de esperanza y de vitalidad.Relajarnos en casa sin hacer nada no es la mejor manera de eliminar el estrés o de recomponernos. En ocasiones, poner nuestro empeño en algo fuera de nosotros mismos puede convertirse en el remedio más efectivo para aliviar la tensión.Por fortuna, la vida del ser humano está dotada de la capacidad innata de convertir lo negativo en positivo. La clave es aprovechar el estrés como un viento a favor que nos permita remontar vuelo, y no dejarnos abatir por él. Todo depende de nuestra decisión. Como enseña el budismo, lo que alienta nuestra vida, en su nivel más profundo, son la determinación y la postura espiritual.Un avión no puede volar sin la resistencia del aire que propicie su ascenso. Del mismo modo, experimentar problemas ante los cuales desafiarnos, nos permite encontrar el rumbo de nuestras existencias. Todo depende de hacer buen uso del viento. Ya que mientras vivamos experimentaremos inevitablemente estrés en la vida, lo importante es aprender a manejarlo y a aprovecharlo para impulsar nuestro crecimiento, ampliar nuestros horizontes y encontrar mayor felicidad

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Ana,.
Por qué ya no escribes?
Me gustaba mucho tu blog.
Mi nombre es Daniela y soy amiga de tu amiga Ariadna.
Saludos
Dany